Hablamos de mitomanía cuando mentir se convierte en un hábito y es la única forma de relacionarnos con los demás.
Fernando Marchant, psicólogo de Centros Médicos Vidaintegra, explica que la mentira se aprende, por lo que las personas que están más expuestas a modelos o referentes frágiles en valores, serán más vulnerables a sufrir este mal.
Aunque no lo queramos reconocer, mentir es parte de la vida cotidiana. Ocurre de manera constante en nuestro contexto social, aunque la mentira sea moralmente sancionada. Cuando en una relación entre personas ella predomina, se está frente a un síntoma que puede ser parte de un conflicto psicológico de una persona, como carencias afectivas o historias de abusos, o dicho síntoma puede formar parte de un trastorno de personalidad.
El profesional destaca que un mitómano es aquella persona que es hábil en el engaño y para el cual la mentira forma parte del eje central de su forma de relacionarse con los demás. “La persona altera la realidad, distorsionando los hechos o las situaciones con el fin de manipular, sacar algún provecho, o por el simple placer de mentir. Muchas veces lo hace para sentirse superior a los demás”, afirma el profesional.
¿El mitómano nace o se hace?
Fernando Marchant explica que la mitomanía como síntoma, puede ser parte de algún trastorno de personalidad, el que puede tener un componente hereditario. Sin embargo, aclara, también se puede aprender. “Esta actitud puede estar influenciada por modelos de identidad negativos, por refuerzos y contingencias que suceden alrededor de la persona”.
El psicólogo agrega que entre los factores sociales que pueden influir en este mal se encuentra la constante búsqueda del éxito y desarrollo económico, la vida desde una perspectiva material inmersa en el consumismo. “Las personas compiten y se comparan constantemente, vicios que junto a la presión social pueden provocar, en personas vulnerables, una afición por aparentar, lo que provoca que queden atrapados en una red de mentiras”.
Señales de alerta
-Rasgos narcisistas e histriónicos: el mitómano cuenta relatos de historias de mucha importancia, exageradas y decoradas con lujos y detalles donde ellos son el centro de la atención y los héroes de las historias. -Distorsión de la realidad: disfrazan su verdadera historia de carencias y niegan la verdad hasta el final. -Búsqueda de la aceptación y admiración de su entorno. -Baja autoestima. -Miedo constante a ser descubierto. -Incremento progresivo de la magnitud de las mentiras con el tiempo.
Tratamiento
El especialista asegura que la primera ayuda debe provenir de los amigos más cercanos y familiares para que el mitómano tome conciencia de que tiene un problema. “Posteriormente, existe la psicoterapia que ayudará al paciente a abandonar su pauta de comportamiento, y por otro lado, la psiquiatría, que aporta bastante entendiendo que la mitomanía podría estar formando parte de un trastorno de personalidad u otro cuadro obsesivo”, concluye.
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