Rojas Vade
Psicología,  Tendencias

Caso Rojas Vade ¿Hay una forma de abordar la mentira?

A partir del caso Rojas Vade, el Doctor en Psicología y académico de la Escuela de Psicología de la Universidad Mayor, Rodolfo Bächer, analiza un fenómeno complejo, que no puede quedarse sólo en el titular. “No existe la mitomanía como una enfermedad, sino como un síntoma entre muchos otros, de lo que se llama trastorno de conducta antisocial, e involucra muchas cosas y no solamente la mentira”.

Por Jessica Celis Aburto.

La aparición de Rodrigo Rojas Vade ante la opinión pública fue directamente proporcional a lo estrepitoso de su caída, tironeada por el peso de su engaño: un cáncer inexistente que fue el timonel de su causa para avanzar en la conquista de un lugar como constituyente. Mintió. Y recién a través de su abogado Tomás Ramírez Hermosilla, escuchamos que su verdadera enfermedad sería sífilis, la cual habría sido el inicio de una serie de trastornos de salud (La Red TV).

Muchos lo condenan por mentiroso. Otros tantos reaccionan con cautela y/o derechamente defienden su actuar. Cabe preguntarse, entonces: ¿hay una forma inequívoca de abordar un caso así? Para el Doctor en Psicología y académico de la Escuela de Psicología de la Universidad Mayor, Rodolfo Bächler, claramente no, enfatizando de entrada que “ante la falta de mayores antecedentes y que podrían cambiar, cualquier cosa que se diga al respecto es una especulación y es lo primero que quiero dejar en claro”.

En función de eso, explica que de acuerdo a los hechos conocidos, es posible reflexionar que “aquí hay un problema que no puede ser abordado de forma individual, es decir, de acuerdo a las características de una persona. Eso cabría siempre y cuando hubiese un diagnóstico de por medio, que acredite que el problema se debe a una psicopatología que la persona posee”.

Frente a quienes lo han tildado de mitómano, explica que “no existe la mitomanía como una enfermedad, sino como un síntoma entre muchos otros, de lo que se llama trastorno de conducta antisocial, e involucra muchas cosas y no solamente la mentira”.

¿Cuál es su impresión de lo ocurrido con Rojas Vade?

Me da la idea que no estamos frente a una persona que tiene un cuadro psicopatológico de trastorno de conducta antisocial. Él  distingue muy bien la mentira de la realidad, él no se cree sus mentiras y está bastante consciente de las consecuencias morales, porque lo primero que dice es que tiene que dejar la convención. Por eso, en su caso, hay que entrar a ver los otros factores, que no tienen que ver directamente con él como individuo, y que se conjugaron para que hacer lo que hizo. Veo que hay una historia de vida que tiene una necesidad de reconocimiento y que busca notoriedad en función de una causa social moralmente relevante (estallido social, lucha contra el cáncer). Y estar en busca del reconocimiento social es estar en busca del cariño, de afecto. Podría creer que él se armó una historia para obtener reconocimiento. Dicho eso, si tuviera que identificar una característica individual, te diría que se trata de personas que tienen una autoimagen deteriorada y que sienten que por sí mismos no merecen tener un lugar de reconocimiento en la sociedad, entonces para obtenerlo tienen que hacer algo especial o diferente. Además se ganó el respeto entre sus pares y al parecer la gente lo quería mucho, incitaba buenos sentimientos. Al que miente compulsivamente le sucede al revés; no suelen ser personas muy queridas porque la gente se da cuenta de sus mentiras, lo ven como una especie de tramposo, tránsfuga. Sí creo que hay que sacarlo de la Convención. Lo que he dicho, bajo ningún punto de vista, es para justificar su permanencia ahí.

“La mentira cumple un rol social”

¿Qué hacer con alguien que presenta una conducta así?

Lo que corresponde es una psicoterapia de largo aliento y que va a tener que ver con repasar su historia de vida, revisar su autoestima, su lugar en el mundo, para entender por qué hizo cosas tan espectaculares para lograr ser visto.

Y, ¿cómo podemos distinguir a un/a mentiroso/a compulsivo/a?

Quien miente compulsivamente es más fácil de  detectar porque miente en tonterías o bien tiende a tener conductas delictivas o reñidas con la ley; son muy desafiantes con la autoridad, tienen problemas generales a nivel moral. Es alguien que se pasa de la raya en todos los ámbitos.

En lo general: él o la mentiroso/a ¿Responde a un perfil de personalidad?

No me parece hablar de un perfil de personalidad porque al hacer eso reduces un fenómeno que es complejo, a las características de un individuo. Lo que creo es que aunque sí bien hay características individuales que actúan, hay muchos otros factores que hacen que alguien mienta.

Y ¿cómo se enfrenta a lo/as mentiroso/as?

No creo que haya una respuesta unívoca porque hay que ver caso a caso. Si alguien miente de forma compulsiva es porque tiene un trastorno de conducta antisocial y tiene que ir al siquiatra. Ese es un cuadro psicopatológico donde no hay control sobre esa conducta, hay que hacer una intervención profesional porque de nada servirá hablar con ella o confrontarla. Ahí se necesita una terapia profunda, medicamentos, etcétera. Consejo: identificar al mentiroso compulsivo que miente por cualquier tontería y al que anda buscando un lugar en el mundo.

Para cerrar, Bächler explica que “la mentira cumple un rol social muy importante. La sociedad y cultura humana no podrían existir sin ella. No sólo es un fenómeno normal (los estudios dicen que en promedio mentimos 2 veces al día), sino que necesario, porque da cierta cohesión social y mejora las relaciones interpersonales. Necesitamos las mentiras para poder unirnos como grupo. Mentimos a los niños cuando les contamos la historia del Viejito Pascuero o cuando le decimos a alguien que se muy bien para levantarle el ánimo, sabiendo que no es así. El mundo sería mucho menos amable sin ese tipo de mentiras. No es llegar y decir: la mentira es mala. Como dije al principio, es un tema mucho más profundo”.