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Sexología

“Después del coito, todo animal está triste”

Suena a tragedia pero es una frase famosa que repetían los romanos. “Post Coitum Omne Animal Triste Est” y que definía un estado de tristeza, culpa, melancolía e incluso lágrimas que -según ellos- muchas personas sufrían después de llegar al esperado orgasmo. Hoy se le conoce como disforia post coital.

Por @karenuribarrig

Los taoístas también hablaban de este “bajón” post sexo y por ello es que el Manual del Matrimonio Taoísta “Clásico de Su Un”, aconsejaba controlar la eyaculación para evitar ese episodio.

Cuando se eyacula, explica el libro, “todo el cuerpo se siente cansado. Nueve actos sin eyacular y uno disfrutará de una longevidad ilimitada. Diez actos, y uno alcanza el reino de los inmortales”. Esto es, control eyaculatorio, tener la mayor cantidad de encuentros sexuales y con el máximo de parejas posibles. Algo impensado para nuestra sociedad occidental.

En tanto, el Tantra dice que la forma de no llegar a esa disforia post coital es armonizando las emociones y el espíritu antes del encuentro. Luego, la penetración debiese ser muy profunda con movimientos muy lentos. La eyaculación se ve como un hábito negativo, con emociones fáciles que conducen a secuencias depresivas y a la búsqueda de nuevas emocionesen un ciclo interminable, casi adictivo. Por eso, quedarse en la meseta que hay antes del orgasmo se considera más saludable.

La ciencia, por su parte, tiene su propia teoría. El psiquiatra británico Richard Friedman, afirmaba que la amígdala (que es la zona del  cerebro que regula la ansiedad y la inquietud),  deja de funcionar durante el coito. Y una vez que termina el sexo, vuelve a recordarnos que los problemas siguen ahí. Esa sería la raíz de la disforia post coital.

Por eso, quizás sería bueno tomar un punto tántrico, que es encontrar la armonía emocional con la pareja para que una vez alcanzado el orgasmo, la relación encuentre otra forma o sentido, para contenernos y mantener el abrazo como vía de conexión y empatía.