Vikrant Sentis y la pandemia: “Los niveles de atracción y erotización se han ido al suelo”
“Un sentimiento es un proceso bioquímico sobre el cual no tengo ningún control, en cambio una relación es algo sobre lo cual tengo control absoluto y que depende de los acuerdos interpersonales entre dos personas”, señala el psicoterapeuta Vikrant Sentis. Acaba de lanzar su libro “El origen de los conflictos en el amor” y analiza los estragos pandémicos.
Para Vikrant Sentis, psicoterapeuta humanista transpersonal con casi tres décadas en el acompañamiento de parejas, la pandemia de Covid19 no sólo ha sido una catástrofe sanitaria, sino también, un desastre que ha arrasado con las relaciones de pareja, debido al confinamiento.
El también fundador del Centro Experiencial para el Desarrollo Humano y autor de “Amor, sexo y relaciones de pareja: una visión evolucionista de una fantasía colectiva” (2019), acaba de lanzar el libro “El origen de los conflictos en el amor” (Editorial Urano), que analiza los estragos de la sobreexposición de las parejas debido al encierro, lo cual ha dejado en evidencia los factores biológicos, culturales y emocionales que condicionan estas relaciones, y que han sido omitidas históricamente, al momento de entender lo que es una relación de pareja sana.
¿Cuáles han sido los principales hallazgos de la investigación?
Ha sido un descalabro y la razón principal es la sobreexposición. Las personas no han tenido la posibilidad de tomar distancia de su pareja para descansar de ella y eso es algo fundamental en cualquier vínculo afectivo. Ha ocurrido un aumento exponencial de separaciones y un aumento de la violencia intrafamiliar que ha sido brutal. Los seres humanos somos mamíferos y los mamíferos se vuelven agresivos cuando están encerrados en tiempos muy prolongados. Y si a eso le sumamos el machismo patriarcal y el confinamiento, el resultado es realmente un desastre. Lo que pasó es que todos esos distractores fueron eliminados y te encontraste de un momento a otro frente a esa persona sin poder distanciarte. Muchas veces las peleas son la forma inconsciente que tienen las parejas para tener una distancia.
Y ahí surge el tema de la violencia contra la mujer que en este año se ha desbordado.
Exactamente. Y se explica por los factores biológicos, culturales y sicológicos. Desde lo biológico, los machos producen mucha testosterona, la cual genera conductas agresivas, más aún espacios cerrados. Los culturales se relacionan con la sociedad patriarcal machista, donde aún el comportamiento femenino está normado por ésta y los sicológicos, son los relacionados con el daño emocional que cada individuo arrastra de toda su vida y que de alguna manera trae a sus vínculos de pareja. Antes las personas podían escapar de esos daños, socializando, viajando, distrayéndose.
¿Y hay solución o francamente estamos perdidos?
Eso va a depender del nivel de daño que exista, como haya sido la relación previa; también de la etapa de evolución de la relación en la que se encuentren y de cuanto amor y atracción sientan por la otra persona. En términos generales lo que propongo es poner distancia inmediatamente con acciones muy simples, como por ejemplo, dormir en camas separadas, si es que existe esa posibilidad. Los niveles de atracción y erotización se han ido al suelo porque ambos se nutren de la distancia: la atracción es un intento de buscar cercanía. Existe esa fantasía cultural que cuando uno siente amor quiere estar con el otro u otra todo el tiempo, y la realidad es que para que un vínculo funcione tiene que haber un movimiento pendular de cercanía y alejamiento. Lo que ocurre es que muchas veces las parejas no le prestan atención a ese factor, porque tienen miedo a sus propias sensaciones y creen que se está acabando el amor por el otro. Nadie les ha enseñado que eso es natural. Y también tienen miedo que la otra persona se tome su propio espacio ¿Y qué pasa? Esa omisión me arroja a mis miedos infantiles y mis sensaciones de abandono. Ahora bien, si no existe la posibilidad de separar camas, hay que crearse el espacio algunas horas al día, aunque salgas a dar una vuelta a la manzana, de tal manera que se produzca el momento en que quieras cercanía. Esto pensando teóricamente en un contexto en que aún amo y me atrae esa persona, porque si eso no está, todo está muerto, no hay nada que hacer.
Esa omisión es la que alimentaría la fantasía del amor romántico y explicaría que en términos reales, el amor “verdadero” como es concebido en nuestra cultura, no existe… “Tenemos una inversión emocional en la fantasía del amor romántico y ella se nutre de nuestras carencias emocionales y afectivas históricas, que usualmente provienen de la familia de origen. La relación de pareja es el escenario donde uno tiende a recrear los propios dramas infantiles y uno tiende a creer que ese escenario es el espacio maravilloso que me va a salvar de mi miseria y sufrimiento. Y ocurre que las mujeres son mucho más socializadas en este mito. Lo que siempre sugiero es abrir los ojos y mirar alrededor. Me acuerdo que mi abuela decía que el amor si es verdadero duraba para siempre, y yo descubrí tempranamente que eso es mentira porque he amado profundamente a mujeres que después dejé de amar, y eso no significa que por ello, mi amor no ha sido verdadero. Simplemente significa que mi abuela estaba equivocada (risas). Vivimos inmersos en estas ideas transgeneracionales y no miramos cuál es la realidad de nuestra propia experiencia afectiva y de la gente que nos rodea. Si lo hiciéramos, nos daríamos cuenta que el amor como la gente se lo imagina no existe.
Las nuevas generaciones, a diferencia de las anteriores, exploran con libertad su propia identidad afectiva y sexual ¿Hay un cambio también en la forma de ver el amor?
Hay cambios, pero creo que la idea de amor romántico fantasioso cohabita, no ha desaparecido, aún cuando sus conductas son mucho más flexibles que las anteriores. Tengo 53 años, soy de una generación que vivió en la idea del amor romántico y la heterosexualidad, no había nada más. Lo que veo en las nuevas generaciones es que la visión que tienen de lo que es una relación de pareja, como se supone debe ser, se ha desmantelado. Como por ejemplo, el considerar que hay mujeres para amar y otras para tener sexo. Eso ya no existe, a no ser que sea en contextos muy conservadores. La gente joven no está en eso, pero siempre hay un lugar especial reservado para esa persona que me va a venir a salvar de mi mismo. En terapia lo veo. Incluso mujeres feministas de tomo y lomo, en el fondo de su corazón, todavía tienen la esperanza del encuentro con esa persona que las salvará. El punto es ese. Uno puede encontrar personas especiales a las que puede amar mucho, pero esta noción de creer que nos salvará es una gran fantasía.
¿Cuál sería la salida entonces para mantener una relación de pareja sana?
Lo primero que hay que hacer es separar los sentimientos de una relación. Un sentimiento es un proceso bioquímico sobre el cual no tengo ningún control, en cambio una relación es algo sobre lo cual tengo control absoluto y que depende de los acuerdos interpersonales entre dos personas. Y esos acuerdos requieren de algún nivel de negociación, la cual jamás debe hacerse sobre temas que son fundamentales a cada miembro de la pareja. Es decir, puedo negociar qué película vamos a ver o a qué restaurante iremos, pero asuntos profundos no, porque si lo hago, se crea resentimiento y los resentimientos siempre se cobran. Veo a las parejas torturarse al cobrarse resentimientos y como cada uno acumula bonos afectivos. Por ejemplo: te acompaño el domingo a almorzar donde mi suegra, lo cual me da un bono para que lunes vea el partido con mis amigos. Entonces, estás todo el tiempo en una negociación, pero que no obedece a tus necesidades ni a tus límites, es una negociación de resentimientos. Y esas necesidades tienes que explicitarlas en el lenguaje, no con señales.
Porque los hombres no entienden señales, son concretos.
Exacto ¡no entendemos nada! (risas). Le digo a mis amigas mujeres cuando me dicen: “él me está dando señales”, que “en el único lugar que esas señales existen son en su cabeza, porque los hombres no tenemos esa habilidad”. Las mujeres son capaces de leer 5 veces más el lenguaje corporal que los hombres. En ello hay un componente biológico, además del cultural, porque las mujeres tienen que tratar de descubrir un infante que no habla y hace sonidos, por lo tanto su cerebro evolucionó históricamente para leer lenguaje corporal, mientras nosotros, históricamente andábamos recolectando _hongos y carroñeando. Además de que los hombres no leen el lenguaje corporal, lo malinterpretamos todo el tiempo. Las mujeres siempre se quejan de que confundimos la amabilidad con coquetería y eso absolutamente cierto. Y aquí hay otro punto muy importante, que es que muchas veces las mujeres le piden al hombre la sensación que quieren sentir, en lugar de pedirle el comportamiento específico que produce esa sensación. Eso lo veo en terapia de pareja todo el rato. “Necesito ser vista” o “necesito que fluya entre nosotros”. Pero ¿qué es eso? En el cerebro masculino esas frases no significan absolutamente nada. Entonces, lo que le digo a las mujeres, es que lo correcto sería pedir el comportamiento masculino que las hace ser vistas o que podría hacer fluir la relación.
LOS ALTOS COSTOS DE LA FIDELIDAD
Otro de los puntos que Sentis aborda en su libro es la fidelidad, como asunto contradictorio a la naturaleza humana, ya que los seres humanos no somos monógamos. “Desde mi experiencia profesional, te diría que el 70% de las personas no son monógamas y en las sociedades latinas el machismo aplasta más a las mujeres, al menos en lo público”, precisa.
El autor agrega que “históricamente la falta de monogamia masculina es una evolución de la selectividad femenina y la programación biológica de las mujeres para escoger el mejor espermio de distintos hombres y el libro profundizo en ello porque tenemos la idea contraria, además de pensar que las mujeres casi tienen sexo sólo con amor y esa no es la realidad”.
¿Cuál sería la solución entonces?
Hay varios niveles en este aspecto. Lo primero es entender que es posible tener una relación monógama prolongada en el tiempo. Eso no es imposible, pero tiene costos muy altos, y uno de ellos es la insensibilización sexual. Es decir, si yo tengo una pareja sexual por un tiempo muy prolongado voy a tener muy poco sexo porque la erotización es arrasada por el tedio, la rutina y la sobreexposición. Entonces, es posible pero hay que ajustar las expectativas. No puedes creer que si llevas 20 años en una relación monógama vas a tener una vida sexual igual que en los primeros 3. Eso no va a ocurrir ¿Y cómo lidia la gente con esto? Mintiéndose. Si creo que puedo hacer algo cuando alguien no me ve y no va a tener ninguna consecuencia para mí, entonces lo voy hacer. Y cuando me pregunten yo voy a negar todo. Mi sugerencia es empezar por ser honesto con lo que cada uno siente, lo que no significa que necesite materializar cada impulso que tenga de tener un contacto de naturaleza sexual con otra persona. Yo puedo escoger, pero necesito sincerar lo que pasa, quitarle la enorme carga cultural que tiene el hecho de que mi pareja no sea fiel todo el tiempo a mí. En mi experiencia profesional lo que he visto es que lo que más duele es la mentira, más que la infidelidad. Es la sensación de haberse sentido engañado/a, de que me hicieron estúpido/a. Hay que empezar a ser real y honesto/a, y también hacerse cargo de nuestros dolores históricos y desamparo infantil, de las sensaciones de traiciones previas. Cada uno tiene que hacerse cargo del bagaje emocional que trae.
¿Se puede amar a dos personas al mismo tiempo?
La solución tiene que ver con desmantelar los mitos culturales. La realidad es que es posible amar a dos o tres personas, y eso es lo que hay que entender. Ahora, que es difícil mantener una relación en el tiempo con dos o tres es otra historia, pero a nivel de sentimientos sí es posible. En nuestra cultura, lo que debería ocurrir es normalizar esos sentimientos y entender que es posible que tu pareja se sienta atraído/a por otra persona. Eso no tiene que ser una catástrofe. Lo que entra en juego aquí es el factor cultural, que te llama a elegir a una persona para establecer una relación sostenida en el tiempo.
En lo concreto ¿Cómo se puede lograr tal nivel de honestidad sin que la pareja se sienta lastimada por manifestar que somos atraídos por otro/as?
Primero que todo, esta conversación se debe dar en un contexto de entendimiento del nivel de honestidad y auto exposición que deseo tener con mi pareja. No se trata de sentarse y decirle: “oye, te quiero decir que me atraen otras personas”. Se debe plantear y revisar cómo quiero que sea mi relación de pareja. Es decir, pensando en lo siguiente: “mi relación de pareja, ¿Es capaz de integrar la realidad de mis sensaciones, emociones y sentimientos hacia mi pareja, hacia otras personas, a la vida?”. O “mi relación de pareja es un lugar que utilizo básicamente para arrancarme de la soledad y de mi mismo? Finalmente es tener la capacidad de reflexionar si de verdad quieres estar en un vínculo de pareja donde lo fundamental es la honestidad. Eso implica enfrentar el cómo nos sentimos realmente frente a nosotros y el mundo, desde una postura de vulnerabilidad y no estar automáticamente con una coraza y a la defensiva frente a la vida. Lo segundo es que tengo que entender que debido al condicionamiento cultural y a las heridas emocionales que cada uno/a acarrea, no hay ninguna forma de hacer esto sin que nadie se sienta incómodo/a. Y si el punto fuese que nadie se sienta así, lo más seguro es que nadie hable. Es ahí cuando hay que volver a lo primero: “¿Qué quiero de mi relación? ¿Estar cómodo? ¿O quiero que sea real, que esté viva, que sea desafiante en un contexto de crecimiento para ambos?” Si quieres lo primero, evidentemente van a prevalecer las mentiras y ocultar los sentimientos. Entonces el punto no es hacer esto pensando en que nadie sufra, sino revisar qué es para mí más importante: ¿que mi pareja y yo experimentemos dolor emocional? o ¿que seamos reales, vivos y verdaderos? Si tu decisión es la última, lo que recomiendo es conversar con la pareja y comunicar que es algo natural, que le ocurre a todo el mundo. Lo que pasa en la realidad es que no se conversa y la gente miente. Hay que abrir todas las dimensiones de la relación con honestidad para tener un vínculo sano y de crecimiento.